
Algunos se preguntan por qué Australia es una economía desarrollada si sus exportaciones, al igual que las economías latinoamericanas, son mayoritariamente materias primas sin transformación, como lo son el hierro, el carbón, el gas natural, el petróleo y el oro (The Observatory of Economic Complexity).
Además, a diferencia de la mayoría de países desarrollados, la mayor parte del territorio de Australia es tropical y propensa a sequías (Australian Bureau of Meteorology) y enfermedades típicas de zonas cálidas, como la malaria.
Australia, al igual que LATAM, sufrió un proceso de “desindustrialización” a partir de la década de los 70s, producto de una manufactura no competitiva (Mclean, 2013). A tal punto que el entonces Tesorero Paul Keating advirtió de los peligros de que Australia se convirtiera en una “banana republic” (aquí un articulo interesante relacionado con el tema).
En este post se establecen algunos rasgos distintivos de la economía australiana que pueden dar luces sobre su desarrollo económico.
La herencia industrial de Australia
Ya desde el siglo XIX Australia jugó el rol de despensa de recursos naturales, exportando materias primas con poco valor agregado e importando bienes manufacturados; la típica dinámica centro-periferia que tanto conoce Latinoamérica (LATAM), y que Prebisch (1986) identificó como fuente de sus males económicos .
Sin embargo, desde su fundación como colonia, Australia fue un componente del imperio británico, el centro industrial más desarrollado y el taller del mundo en el siglo XIX. Esto significó que tuviese acceso a importación de maquinaria y equipo de la más alta tecnología de la época y una inmigración mayoritariamente inglesa. Además, contó con los beneficios otorgados por la libra esterlina, la moneda de curso forzoso de Gran Bretaña y de gran demanda mundial (Mclean, 2013).
Para hacerse una idea, la libra esterlina era el dólar americano de la época, al ser emitida por la mayor potencia industrial del siglo XIX.
En la segunda mitad del siglo XIX, Australia ya contaba con un ingreso per cápita similar al del Reino Unido (UK), y muy por encima de los países de LATAM, los cuales en su mayoría continuaban por debajo de España, la que fuese su metrópoli, y Brasil por debajo de Portugal. Esto sugiere una gran diferencia en el trato económico que le dio el Reino Unido a su colonia.
Gráfico 1. PIB per cápita.

Aunque no se cuentan con todos los datos del siglo XIX, se puede dilucidar que los casos de Uruguay, Chile y Argentina, son excepcionales. No obstante, estos estuvieron muy por debajo del ingreso per cápita de Australia y su vecina Nueva Zelanda (otra excolonia británica). Después de todo, no pudieron heredar los activos que su metrópoli nunca consiguió.
Vale la pena señalar que si se toma otra fuente de datos como los de Bolt, Jutta, Robert Inklaar, Herman de Jong and Jan Luiten van Zanden (2018), los niveles de renta per cápita sufren algunos cambios, no obstante, el argumento expuesto anteriormente queda inalterado.
Hoy día, Australia cuenta con su propia moneda, el dólar australiano, de mayor jerarquía y soberanía monetaria que los países de LATAM.
La industrialización de los vecinos
En el siglo XX, la industrialización y rápido crecimiento económico de los países del este asiático favorecieron Australia a través de la demanda de recursos naturales. Su cercanía y la reducción de los costos de transporte desempeñaron un papel medular, como también lo hizo la diversificación de sus socios comerciales, apuntando menos hacia Inglaterra y más hacia Asia.
Primero, se benefició de la industrialización de Japón a finales del siglo XIX, luego el despegue industrial de los conocidos Tigres Asiáticos, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, Singapur (Mclean, 2013). Y el más reciente, la industrialización de China y su demanda de materias primas como nuevo taller del mundo.
En resumen, Australia se diferencia de LATAM en su origen, como colonia de la potencia manufacturera del momento, y en su situación geográfica, cercana a los centros industriales del este asiático.
No por nada Australia es conocida como el «lucky country». Pero la prosperidad no es solo cuestión de buena fortuna. No todos los que ganan la lotería mantienen la riqueza.
No todo es cuestión de suerte
Tanto Australia como LATAM han contado con oportunidades similares; las dos han experimentado en diversas ocasiones auges de los precios de los recursos naturales.
Igualmente, aunque Australia tiene mucha más cercanía geográfica, ambas fueron testigos de la industrialización asiática acelerada y su necesidad de importar materias primas.
Entonces ¿Por qué Australia prosperó mientras LATAM quedó rezagada? ¿Acaso todo lo definió el origen colonial?
Si se indaga sobre la evolución económica del siglo XX, se puede advertir que en comparación con LATAM, Australia invirtió una mayor porción de su ingreso (Feenstra, Inklaar and Timmer, 2015).
Aunque se pudiese argumentar en el caso australiano que las altas tasas de inversión relativas a su economía fueron posibles por su alto nivel de renta, lo cierto es que los países del Este asiático aumentaron sus tasas de inversión cuando seguían siendo más pobres que muchos países latinoamericanos.
La capitalización de la bonanza de los recursos naturales a través de la inversión es pieza clave para entender el crecimiento y el desarrollo económico en general, y el de Australia, en particular. Pero eso es tema de la segunda parte del post Australia, no sólo es cuestión de materias primas: una comparativa con Latinoamérica 2.
Referencias
Feenstra, Robert C., Robert Inklaar and Marcel P. Timmer (2015), «The Next Generation of the Penn World Table» American Economic Review, 105(10), 3150-3182.
McLean, Ian W. (2013). Why Australia prospered? The shifting sources of economic growth. Princeton University Press: United States of America. p.281
Maddison, Angus, 2008. University of Groningen.
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