
En el presente post se analiza la propuesta del Congresista colombiano Gustavo Petro quien, en el marco de la pandemia, propuso que el Banco de la República emita dinero y le otorgue un préstamo directo al Gobierno Nacional en el marco de la crisis económica del país.
Banco de la República y sus medidas
El Banco de la República ha procedido con medidas agresivas para inyectar liquidez a la economía (ver aquí). Pero esto ha sido a través del sector financiero, sin préstamos directos al gobierno para que éste realice gasto público y reactive la economía real. Lo que ha hecho el banco central se limita a bajar tasas de interés y comprar títulos de deuda en manos de agentes privados. Se puede uno preguntar ¿Qué tan efectiva es la reducción de tasas de interés cuando la incertidumbre es generalizada y nadie pide crédito? ¿Qué tan efectivo es darle dinero a quienes tienen títulos de deuda pública y privada? ¿Irán estos a emplear el dinero en inversiones en el sector real para generar empleo? Es poco probable que quienes están acostumbrados a adquirir rentabilidad comprando activos financieros, salgan el día de mañana en medio de una pandemia a invertir en el sector real.
Es importante entender cómo funciona el sector bancario en Colombia. Una parte del dinero que es captado por la banca privada, se tiene que destinar como depósito en el Banco de la República (lo que se conoce como encaje) a cero intereses (no ganan nada depositando ese dinero allí). Sin embargo, dada la crisis de la pandemia, el Banco Central tomó la medida de reducir el encaje, liberando 9,4 billones de pesos a la banca privada, como medida para inyectar liquidez al sistema financiero. Posteriormente el Gobierno central decretó que dichos recursos, una vez en manos de la banca privada, le fuesen prestados para efectuar gasto público. Esto quiere decir que, mientras que la banca privada obtuvo utilidades de los recursos liberados por el banco central, el gobierno nacional obtuvo obligaciones representadas en los 600.000 millones anuales que tendrá que pagar en intereses. Escribo las preguntas que cualquier persona podría hacerse ¿Por qué el Gobierno Nacional no solicitó el crédito directamente con su banco central? ¿Por qué la banca privada debe obtener utilidades de la nada mientras el aparato productivo del país colapsa? (ver aquí artículo de Mauricio Cabrera que reflexiona sobre el asunto).
De acuerdo a la institucionalidad colombiana, el gobierno se financia con impuestos y con préstamos a través de los mercados de capital (emisión de bonos) a una tasa de interés en función del riesgo percibido por los prestamistas. Sólo en una situación extraordinaria el Banco Central puede financiar al gobierno, pero es necesaria la aprobación de todos los miembros de su junta.
Tomando como ejemplo las prácticas de los países avanzados y de las ultimas experiencias de los países de la región, el Banco de la República ha establecido una ley de oro que radica en que la política monetaria sólo debe estar en función de los objetivos de dicha política; meta de inflación, crecimiento económico y estabilidad financiera, no en función de los objetivos de la política fiscal, que concierne al gobierno central. Dicho de otra forma, la política monetaria no está para financiar al gobierno nacional cada vez que este se excede en sus gastos. En este sentido, las medidas del Banco de la República, todas, radican en mantener la credibilidad de la su política monetaria y preservar la confianza de los inversionistas financieros y cuidar el acceso del país al financiamiento.
El Banco de la República argumenta que si los gastos del gobierno se cubren con emisión, “podría generarse una grave dependencia de la política monetaria en la política fiscal, lo que eventualmente conduce a procesos inflacionarios o a crisis macroeconómicas cuyos costos típicamente son pagados por las personas más vulnerables de la sociedad” (ver aquí).
La propuesta de emitir dinero para prestarlo al Gobierno Nacional
Dado lo anterior y en el marco de la pandemia, el Congresista Gustavo Petro propone la emisión de dinero a través del crédito del Banco de la Republica al gobierno central para brindar liquidez a los hogares y a las pequeñas y medianas empresas de forma directa (ver aquí). Ahora bien, como respuesta a su propuesta, no demoraron los halcones en hablar de la posibilidad de inflación.
No obstante, Petro no planteó financiar al gobierno de forma permanente con emisión monetaria, lo cual sí constituiría un peligro para la estabilidad monetaria del país al afectar la credibilidad del Banco de la República. El candidato de la Colombia Humana señaló de forma explícita que la emisión sería algunos meses del año 2021, conforme a las necesidades y a las oleadas del coronavirus. Esto, con el fin de no dejar quebrar el aparato productivo del país y tener capacidad productiva una vez reiniciaran las actividades.
Todo parece que el Banco de la República quiere mantener su férrea reputación de banco ortodoxo que no flexibiliza su política, incluso en medio de una crisis mundial y la mayor crisis económica del país con una caída del -6.8% de la producción total en el 2020. Pero ¿A qué costo? El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) informa que 2,4 millones de hogares colombianos dejaron de consumir 3 comidas diarias (ver aquí). La destrucción de empleo fue brutal y el desempleo alcanzó el 20,2% en Julio del año 2020 (ver aquí). El empleo es el vehículo por medio del cual la población adquiere ingreso y progresa, sin él, se estanca.
Hay que tener en cuenta que esta propuesta se dio en el marco de la pandemia que ha causado una crisis a nivel mundial y, por ende, una mayor demanda de dinero, de ahí, que la inflación haya caído al inicio de la pandemia (ver aquí estadísticas). Se trata de una medida heterodoxa en una situación anormal, y como lo dijo Petro, teniendo en cuenta la negativa de echar para atrás la reforma tributaria que creó exenciones tributarias a los más ricos y que desfinanció al Estado en el 2019 (80 billones de pesos anuales se pierden por estas extensiones ver aquí ).
La reacción
Los argumentos en contra de la emisión de dinero para financiar al gobierno son varios; el deterioro institucional, salida de capitales, devaluación de la moneda, perdida de grado de inversión, y cuando no, la famosa inflación, que reduce el poder adquisitivo de los más vulnerables (ver aquí). Incluso el economista liberal Daniel Lacalle no perdió oportunidad en hablar de la inflación Argentina al referirse a la propuesta de Petro (ver acá tweet). Cabe señalar que mucho de esto, ya lo consiguió Colombia sin préstamo directo al gobierno nacional y con un aparato productivo resquebrajado y con mayor nivel de deuda (ver aquí). El peor de los mundos.
Del argumento de inflación por aumento de demanda agregada, se puede decir que carece de evidencia empírica que lo respalde ¿Cómo puede haber presiones inflacionarias vía demanda agregada por emisión o subsidios cuando la población atesora? La falta de consumo se explica por una alta incertidumbre que impide que las personas salgan a gastar y prefieran tener liquidez para cualquier eventualidad. Esto se conoce como la “paradoja de la frugalidad”; cuando todo el mundo ahorra se deja de gastar y caen las ventas y se pierde empleo. Por ejemplo, bien se puede dar que en medio de una crisis mayores subsidios monetarios por parte del gobierno no generen presiones inflacionarias al no impulsar el gasto (demanda de distintos bienes y servicios). Esto pasó con el subsidio de 1200 dólares que Trump otorgó a las familias estadounidenses como estímulo para la reactivación económica. Resultó que la gran mayoría de personas que recibieron el subsidio lo ahorraron o lo usaron para pagar deudas. Solo el 29% lo gastó en consumo. La posibilidad de ahorrar un segundo subsidió aumentó al 50% (ver aquí)
¿Qué otra objeción hay contra la propuesta del préstamo directo? De acuerdo al exministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, “Si usted le da la plata a la gente y la gente la usa para comprar dólares en lugar de para comprar cosas para vivir, bienes y servicios, pues la plata no se usa donde es y se va a la devaluación” (ver aquí). Si el subsidio es recibido por familias de bajos recursos y las pymes ¿Uno podría esperar que esas personas salgan corriendo a comprar dólares? ¿Cuántos dólares compraría una persona cabeza de hogar con los pequeños subsidios en pesos del programa de Protección al Empleo Formal (40% del salario mínimo por trabajador), junto al Ingreso Solidario (240.000 para tres meses) y ampliación de los montos de familias en acción (160.000)? Otra pregunta ¿En Colombia el hogar típico tiene la cultura de comprar dólares? Precisamente la propuesta de Petro radicaba en subsidiar a los hogares de baja renta relativa, no a bancos y a multinacionales.
Una observación mucho más realista vino por parte del analista Aurelio Suarez, quien señala que en una economía abierta mayor gasto público puede derivar en mayores importaciones; personas compran productos importados en lugar de productos nacionales. Es un fenómeno que se encuentra en la literatura económica (Ilzetzki y Mendoza, 2011). Para Suarez, la emisión sí puede realizarse, pero junto a otras medidas que impulsen el mercado interno. Sin embargo, efectivamente la propuesta de Petro venía acompañada de algunas restricciones a las importaciones, bien a señalado su interés de imponer “tasa carbón” a bienes extranjeros (ver aquí).
En lugar de la emisión, algunos abogan por un endeudamiento externo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), como propone el ex ministro Echeverry y como ya se solicitó por el entonces Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla. Aunque un préstamo en moneda extranjera ayuda a solucionar problemas de falta de divisas, ya sea para importar o para mantener la estabilidad en el valor de la moneda doméstica (aunque esto último no siempre ha sido así, ejemplo: Argentina), esto implica una deuda en moneda extranjera, y aquí, el Estado no puede emitir y pierde margen de maniobra, pues solo puede saldar la deuda adquiriendo divisas (dólares) a través de exportaciones o con más deuda. Es un problema que enfrenta todo país periférico (Aboobaker y Ugurlu, 2020), como lo es Colombia (ver post donde profundizo en el tema).
Por otro lado, la deuda de los países puede impulsar el crecimiento económico, de tal forma, dicha deuda se reduciría con respecto al ingreso anual del país, haciéndola sostenible. Esto es algo que explica muy claramente Krugman (2012) (ver aquí pequeño artículo que también indaga sobre el tema).
Los problemas de países perifericos como Colombia no se solucionan «imprimiendo» dinero, eso es algo que ha reconocido Gustavo Petro infinidad de veces. Sin embargo, es un instrumento de corto plazo del que el Estado puede disponer para evitar sufrimiento de los más vulnerables. Como lo dijera J. S. Milli: «la gente de un país no debe ser considerada riqueza porque la riqueza existe solo para el bien de la gente» (Schultz, 1961, p.2).
Referencias
Aboobaker, Adam. Ugurlu, Esra Nur (2020). Weaknesses of MMT as a Guide to Development Policy
Ilzetzki, Ethan. y Mendoza, Enrique. (2011). How Big (Small?) are Fiscal Multipliers?
Krugman, Paul (2012) End this depression now. The United States: W. W. Norton & Company.
Schultz, Theodore (1961). Investment in Human Capital. The American Economic Review, Vol. 51, No. 1
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